Cristo, al resucitar de entre los muertos, se convirtió en el libertador que nos hace libres de la esclavitud del pecado. El poder de la muerte sobre nosotros, tanto espiritual como física, es destruido cuando ponemos nuestra fe en Jesús, por su muerte expiatoria en la cruz y su triunfante resurrección tres días después.
ALELUYA, ALELUYA, ¡¡¡Jesús ha resucitado!!!